17 mayo, 2006

memorias del temblor

Los síntomas se hicieron notorios un viernes, cuando después de escribir varias páginas trató de dibujar y la mano temblaba copiosamente. (Después supo que le aquejaba el “calambre del escritor”)
Su habitual trazo firme se había convertido en una zigzagueante línea amorfa. Pensó que sería transitorio, que tal vez algo habría alterado sus nervios. Se recostó. Trató de respirar con serenidad, pero su pierna derecha se movía sin cesar. Como si tuviera vida propia la rodilla se elevaba provocando un movimiento involuntario en toda la pierna, desde la cadera hasta el pie.
Para cuando llegó la noche era todo su cuerpo el que se movía en bruscos espasmos.

Los dientes tiritaban. El labio inferior se corría, en ocasiones a la derecha, otras veces a la izquierda. El abdomen se contraía, provocando que, literalmente, todo el cuerpo
se elevara y rebotara una y otra vez contra el colchón.
En cuestión de horas sintió que la mitad derecha del rostro se había contraído al punto de paralizarse. Sentía su boca amorfa y un chorro de baba que corría por el mentón.
No pudo evitar el llanto. Pidió socorro con gritos tartamudos y cuando trató de explicarse las palabras ni siquiera se le entendían.

Horas después el neurólogo la tranquilizó diciéndole que se trataba de algo pasajero y le preguntó si había padecido algún golpe fuerte en la cabeza alguna vez en su vida. Ella asintió. Había tenido un traumatismo en el cráneo hacía más de diez años.

¿Pero qué tenía eso que ver?
Hacía algunos meses que le habían indicado una serie de medicamentos que provocan como efecto secundario, especialmente en las personas que tuvieron golpes en el cráneo, una enfermedad llamada distonía. Una disfunción del sistema nervioso central, específicamente en las partes del cerebro central llamadas ganglios basales.

Le recetaron Akineton, medicamento que también se utiliza en síndromes parkinsonianos y que no detuvo en absoluto los temblores. Todo lo contrario, los acentuó. Además de provocarle disfunciones oculares y extrañas sensaciones de alteración espacial. Todo parecía moverse a su alrededor, como si la gravedad no pesara en ella, haciéndole sentir que flotaba.
Le retiraron el medicamento asegurándole que los temblores cesarían gradualmente.
La distonía duró ocho días. La frecuencia de las contracciones fue disminuyendo y los últimos días los espasmos sucedían sólo en el brazo y la pierna derecha. Por fin volvió a sentir que su cuerpo le respondía y dejaba de actuar por voluntad propia (una curiosa voluntad ajena y propia al mismo tiempo).

Ahora se trata de un recuerdo, bastante movido por cierto.


Comments:
Super color scheme, I like it! Good job. Go on.
»
 
justo terminé de hacer el dibujo en el fondo de una pileta:
http://www.badongo.com/pic/324342
http://www.badongo.com/pic/324343
y te lo digo en castellano, jajaja
 
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Nihil humani a me alienum puto (Terencio)