22 agosto, 2009

memoria y dolor

La memoria es una cosa rara. Estimulable desde el exterior.
Alcanza una palabra, un gesto, pasar por un lugar, para que afluyan recuerdos que descansaban en algún rincón difícil de ubicar.
Uno va y pregunta, el otro recuerda, responde.
Uno se va.
El otro se queda con algo abierto por donde amanecen recuerdos que dormían.
Asoman a borbotones o por goteo, molestan o recrean.
Están, nunca se habían ido, alcanza que alguien venga y abra "esa" puerta para que los recuerdos aparezcan.

Hay recuerdos con los que resulta difícil convivir, a esos parece mejor dejarlos quietos y encerrados.
Admiro a los que testimonian sobre el dolor de su propia vida. A los que se animan a hablar para que la memoria personal pase a ser patrimonio colectivo. Para que aprendamos.
Respeto a los que necesitan callar, a los que prefieren mantener la memoria en un ático cerrado, para que no duela. La necesidad de saber tiene el límite sutil del dolor propio.
Si hubiera una forma de conocer los recuerdos dolorosos sin que duelan a su dueño...

Comments:
Suena cliché pero son grandes verdades.

Me encantó dina.

Beso
 
La cena la pongo yo. Vos traé las ganas de viajar un poco.

Beso
 
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Nihil humani a me alienum puto (Terencio)