21 septiembre, 2009

aeropuerto

Se sabe que un aeropuerto es un no lugar. Es decir, físicamente es un lugar a veces gigante, a veces menos grande. Pero, definitivamente, es un no lugar en los términos que Marc Augé, el etnólogo francés, define aquellos "espacios del anonimato" como centros comerciales y aeropuertos, entre otros.

En los aeropuertos hay espacios que se distinguen. El lugar al que arriba el viajero y los que le acompañan, donde no hay filtro de ingreso (en algunos aeropuertos, por seguridad, no entra nadie salvo el que viaja). Están también los lugares a los que se accede únicamente con la tarjeta de embarque. Para entrar en ellos es necesario pasar una frontera de revisiones. Todo es revisado con minucia, uno es revisado con minucia. Además, en los últimos tiempos la burocracia complica los movimientos.
Ver a una cantidad de personas sacándose, o poniéndose, el cinturón, tiene un aire de intimidad compartida. Hay una instancia de jugar al memory visual, lleva alicate, lleva tijeras, lleva pinzas. No, no y no, todo va en el equipaje. Hay ciertas lecciones que uno aprende.

Después de haber pasado las revisaciones correspondientes, hay un espacio que además de un no lugar también es un no espacio. Es decir, además de perder la identidad, uno no está en ningún lugar, en ningún país, está esperando, ese sitio para personas que están "en tránsito".
Un hombre duerme en el piso, con la cabeza apoyada en un bolso, intentando conciliar un sueño difícil entre gritos y travesuras de niños. Un padre le enseña a patear la pelota recién comprada a un niño que apenas sabe caminar al tiempo que la madre juega al solitario en una computadora portátil. Todo eso entre cientos de personas que ocupan todas las sillas, incómodas, disponibles. Otras tantas se sientan en el piso, apoyándose contra la pared o contra cualquier superficie dura.

Los hombres hacen uso ostentoso del bolsillo de la camisa.
Cuántas cosas pueden entrar en el bolsillo de la camisa.
O en la cartera de la dama.
O en la valija con rueditas.
O en la mochila.

Comments:
Cuantos fantásticos viajes pueden caber en uno solo. No?

Beso
 
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Nihil humani a me alienum puto (Terencio)