08 noviembre, 2006

qué día

de la caja de caramelos saco uno de cada color y con todos en la boca mastico casi con dificultad convirtiendo el mazacote en una especie de ensalada de frutas artificial. sobredosis de azúcar y riesgo inminente de caries. mientras mastico me cebo un mate que tomo inmediatamente después de tragar esa bola que mataría a un diabético. la yerba (canarias por supuesto) está en el clímax de su amargor y el sabor contrasta con el "tifón tropical" de los caramelos. puaj. escribo medio lento con la izquierda mientras con la derecha prendo un pucho como para hastiarme la boca. no sé qué quiero comprobar, en realidad no sé lo qué quiero (no sé lo qué quiero pero lo quiero ya). podría masticar un chicle de menta, pienso, pero me deshago de la idea porque no los encuentro. carajo. será el aburrimiento capaz, seguramente, no sé. tengo sueño o hambre, no me decido. mejor escucho música a ver si la cabeza se entretiene, pero qué, qué de todo lo que tengo, estoy entre calcanhoto y masliah. un abismo. me puteo, me agarro la barriga que empieza a molestarme. no, no es la barriga, es más abajo. tengo ganas de pichí. sí. voy al baño. salgo aliviada. salgo "normal". todo tiene sentido, todas mis angustias se resuelven como mágicamente, todo está bien. me río frente al espejo mientras abro el cajón del medio buscando un bendito tampón.


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Nihil humani a me alienum puto (Terencio)