16 julio, 2009

facebook no deja viajar en el tiempo

Una vez que se decidió a ingresar en el mundo de facebook, un poco presionado por sus hijos y otro poco porque sus amigos le decían que no podía ser que no estuviera ahí, se sintió incómodo.
A los pocos días empezó a recibir invitaciones para hacerse amigo de personas de las que ya había sido amigo cuando era adolescente.
Algo cambió en él. Empezó a pasar buena parte de las noches buscando gente, mirando a los amigos de esa gente y leyendo cosas que esa gente publicaba en muros ajenos o propios.
Duró una semana. Para ese entonces tenía decenas de amigos, no tan amigos pero recordados ex amigos. Rechazó a un par de personas que en realidad no conocía, y que le pedían ser su amigo porque eran amigos de sus amigos, aunque tal vez ni eso.
La palabra amigo perdió sentido. La palabra muro también.
Un día la encontró a ella. La muchachita que le quitaba el sueño en sus noches púberes, de la que se había enamorado perdidamente entre cuarto y quinto año de liceo.
Seguía llamándose por su apellido y tenía en el perfil una foto de aquellos años.
De inmediato pidió su amistad.
Soñó reencontrarla vestida de jersey azul, con pollera a cuadros y medias siempre caídas.
Se soñó a sí mismo jovencito, imberbe, con la cabellera impoluta y tupida.
Ella aceptó ser su amiga y él entró en su mundo. Entre fotos de la escuela donde se la veía tal cual él la recordaba, había fotos de sus seis hijos, sí, seis. También alguna imagen de ella en la actualidad. La muchachita se había convertido en una mujer grande, de rostro rechoncho, anchas espaldas y trasero generoso en exceso.
No fue la desilusión, evidentemente nadie permanece idéntico a cuando era joven. Tal vez lo que más dolió fue la evidencia que vino cual puntada, cuando él mismo mirándose al espejo recordó su propia "foto" de adolescente. En definitiva ella había cambiado tanto como él.
La trampa de las redes sociales, que dan la ilusión de reencontrarse con “aquellas” personas, que dejaron de ser el recuerdo que de ellas tenemos. Tanto como el espejo refleja de uno mismo aquello difícil de aceptar.

Comments:
que cierto todo lo que escribiste...
 
yo tuve hace poco una experiencia justamente diferente. "Encontrada" por un compañero de un curso del que no recordaba ni su nombre, ni el año... la imágen que hizo que lo reconociera al instante, genero - creo que es una diferencia que existe entre conocidos de otros tiempos, en los que la comunicación no se realiza vía "muro", a menos que un motivo particular lo amerite- un intercambio y encuentro pendiente con un compañero conocido que recién cuando subió unas fotos de ése curso, caí en la cuenta que hace 15 años de esa etapa.
En esas fotos además de ver que el no estaba "igual" teniendo una foto actualizada en su perfil, el verme en esas fotos grupales, me transportaron a esas épocas- si bien debo reconocer que añore los cachetes que en ésa época tenía, eso me pasa con cualquier foto en la que me veo con unos kilos más, que no tienen que ver con momentos sino con situaciones actuales- al tiempo que un paah! cuántas cosas pasaron desde esa época. "Nosotros los de entonces ya no somos los mismos..." por suerte!
 
Me siguen llegando otras situaciones similares, donde una imágen, no ya de la persona, sino representativa de la época que compartimos, me han transportado y lo he disfrutado, aromas, música, espacios... no tengo la misma experiencia.

Con alguna persona sí puede que haya quedado en un hola, pero de las que recuerdo, el contacto anterior era vía internet, ni siquiera compartimos el habernos tomado una.

Beso grande Dina!
 
Publicar un comentario



<< Home

This page is powered by Blogger. Isn't yours?

Nihil humani a me alienum puto (Terencio)