22 noviembre, 2006

puchos

no fumo mucho, unos siete cigarrillos cada día, algo más algo menos. desde que salió ese hombre con la laringe agujereada en las cajetillas me he dispuesto a cambiar los cigarrillos a alguna caja vieja que tengo por ahí. el notorio aviso de que los cigarrillos matan y la descripción detallada de cada componente en la solapa así me han motivado.
no voy a defender el fumar, ni el derecho a hacerlo, ya lo han hecho muchos antes y lo harán después, es tema sabido desde que España empezó por hacerlo y Uruguay lo siguió de inmediato. ahora sucede en Chile, tal como estaba previsto.
tengo la idea de que los chilenos fuman mucho, pero es la idea que me da el alboroto de gente que hay en las calles, porque cuando hay gente, hay mucha gente, sea donde sea. cambiar de un país con tres millones y algo a uno con 16 millones, no pasa inadvertido. en especial porque aunque Montevideo tenga "tanta" gente, en relación a la población total de Uruguay sigue siendo poquito. en Santiago viven algo así como seis millones de personas.
vulevo al cigarrillo. ahora se ve gente que sale especialmente a fumar a la calle.
el otro día encendí un cigarro en una esquina de la calle Macul y vino un carabinero a decirme que no se podía fumar. me sorprendió, porque en la calle sí se puede, ¿dónde si no?, pero me explicó que era porque estaba demasiado cerca de una estación de servicio ("bomba" en el lenguaje local).
cada uno sabe lo que hace, no, digo, no necesariamente sabe lo que hace, creo que justamente la campaña apunta a que cada uno sepa lo que hace, ahora ya no hay excusas, te querés matar, fumá.
las ganas de dejar de hacerlo me vienen de a rato, van y vienen.
debo admitir que algo la campaña aportó a las ganas, pero no creo que sea un factor externo el que insida en mi decisión.
eso creo que la campaña, todo bien con que exista, pero creo que es uno mismo, desde adentro, que decide si deja o no.



Comments:
como todo ,cada uno con su paquete
Querer dejar DE COMER , fumar
Suerte que el Lunes empiezo a cambiar las actitudes y el martes ya estoy igual
Raquel
 
igualito que yo!!
 
Yo, la verdad, es que nunca le había encontrado el gusto a fumar. Sólo me entregaba a este vicio que nos acerca a nuestra olvidada condición de lactante (la recobro momentáneamente cuando veo a Pamela Anderson por Tv) en los días lluviosos, como si el agua disipara el humo y me liberara de la culpa por contaminar el ambiente. Sin embargo ahora, ya maduro, tras mis habituales cenas de los jueves con mis amigos porteños, uno de éstos y yo, nos fumamos un Montecristo. Sí, ya sé, seguramente tenga connotaciones fálicas, pero eso queda entre la loquera y yo....
Un saludo
 
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Nihil humani a me alienum puto (Terencio)