13 noviembre, 2008

entretiempos

Pasaron las calas, llegaron los jazmines. La luna brillante y llena, como satisfecha, flota por encima de todo. El día se estira, la noche llega algo tarde, la magia del cambio de horario surte efecto en la gente que pasea deseando una brisa aunque más no sea avanzando con ahínco. Así como avanza el año, que ya mira su final.
Las ventanas del ómnibus están todas abiertas, algunas cortinas impiden saber qué tanta luz queda afuera. Escala de grises.
El guarda comenta con el conductor que mañana tiene ensayo todo el día, que la murga viene buena, que tiene expectativas de hacer plata. Ya no saca boletos en rollitos, ahora apenas aprieta un botón del teclado superlativo para que el boleto se imprima y salga de la máquina amarilla (que es igual a las que hay en Santiago, pero acá salen boletos).
Gurises con termo y mate suben en una de las paradas, una de las chicas lleva alpargatas. Son de tela jean. Hablan de exámenes, lo que se habla a esta altura del año.
Todo sigue su curso. O eso parece.

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Nihil humani a me alienum puto (Terencio)