16 octubre, 2006

las contradicciones


LAS CONTRADICCIONES
(cap. XII de El Político - Azorín)

Ha escrito un filósofo que ni la contradicción es señal de falsedad ni lo es de verdad la incontradicción Todo cambia en la vida; nada hay más contradictoria que la vida. A los veinte año, en plena ardosa mocedad, pensamos de una manera; pensamos de otra cuando la edad ha ido transcurriendo y los entusiasmos se han enfriado. La experiencia del mundo enseña mucho, una ilusión que se realiza es un cambio que se opera en nuestra manera de ser. La ingenuidad no resiste al tiempo; la experiencia se va formando lentamente de desengaños. ¿ Y cómo pudiera pensar lo mismo un hombre experimentado, que conoce a los hombres y que ha sufrido, que un mozo que se lanza a la vida lleno de fe, inexperto y candoroso? Si cambia la sensibilidad, ¿cómo no ha de cambiar el pensamiento?

No pasa día sin que traiga una rectificación a nuestros juicios. Sólo los insensibles permanecen iguales. Lo que por nuestros ojos pasa va dejando un sedimiento de ideas, de juicios y de sentimientos, que se renuevan a lo largo del tiempo. La naturaleza, en cuyo seno nos movemos, va renovándose, cambiando. ¿Y pretendemos nosotros ser los mismos en todos los momentos, a lo largo de treinta, de cuarenta, de sesenta, o de ochenta años? ¿Y pretendemos que en medio de esta renovación universal, formidable, sea siempre una y la misma esta cosa tan sutil, tan delicada, tan etérea, que se llama pensamiento?

No reprochemos a nadie ni sus contradicciones ni sus inconsecuencias. No nos atemoricemos cuando se nos reprocha a nosotros. Obremos en cada momento según lo que estimemos oportuno, benéfico y justo. Un eminente hombre de Estado —don Antonio Maura— ha dicho en un discurso: "Las contradicciones, cuando son desvergonzadas mudanzas de significación por interés, por ambición, por una sordidez cualquiera, son tan infamantes como los motivos del cambio; pero yo os digo que si alguna vez oyese la voz de mi deber en contra de lo que hubiera con más calor toda mi vida sustentando, me consideraría indigno de vuestra estimación, y en mi conciencia me tendría por prevaricador, si no pisoteaba mis palabras anteriores y ajustaba mis actos a mis deberes."

No se puede expresar con más energía y exactitud una alta norma de vida.

José Martínez Ruiz, conocido como Azorín, nació en Monóvar en 1873 y escribió más de veinte libros.


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