15 mayo, 2006
el otro adentro
después está el ser verdadero, ese que suele hacer trizas la perfecta imagen que traíamos construida, que costó tiempo y afecto, ratos de pensar e imaginar al otro, pensarnos con el otro, completando la información insuficiente, siempre insuficiente.
como si pensándolo profundizáramos o entendiéramos su esencia, como si pensando llegáramos a darnos cuenta de lo que ya sabemos y nos cuesta la vida reconocer:
el otro es otro (no es el que nosotros queremos que sea)
entonces está el nombre, el ser, que en mi mente no es más que un dibujo borroso.
el nombre de alguien entre el vidrio y la piedra, monologando conmigo desde un rincón que hoy llamo angustia, por llamarle de alguna manera.
apenas si puedo imaginar superficialmente algunas palabras, hoy soy incapaz de sentir la opresión. hoy me niego a sentirme oprimida por otro desde mi propia mente.
cuánto poder sobre uno mismo se le otorga a alguien a quien sabemos, porque en algún lugar sabemos, que no es digno de que nos entreguemos, porque hacerlo sería tan peligroso como abandonarnos en un camino sin retorno.