07 noviembre, 2004
espejismo

Aunque se trata de algo más mental que físico. No se conocía así, reconocerse en ese estado la sitúa en un perfecto círculo vicioso en el que gira cada vez con más velocidad.
El espejo la pierde.
Vuelve a su trabajo, a la lenta y paciente tarea de recopilar datos, juntarlos y organizarlos.
Nombres que corresponden a seres que existieron, que desaparecieron.
Personas que ella no puede buscar, pero se ocupa de que no se pierdan.
Maneja el tiempo, el pasado lo escribe en presente.
En el espejo, el reflejo de la luz atraviesa las escaleras. Se hacen infinitas. Eternas. Ella vuelve, se mira buscando algo que la devuelva. Pero no hay más que el recuerdo de sí misma y en el espejo todo está igual. Las canas, las arrugas, el maquillaje que intenta disimular la vida misma y no alcanza.
Ella se ve, se mira, se desconoce.
Ninguna Alicia, sólo ella, que sin gesto alguno da media vuelta para seguir siguiendo.
El espejo no tiene memoria, ella lo sabe mejor que nadie.
La imagen es Mujer ante el espejo de Pablo Picasso