conchadelalora

La Real Academia da, entre otras, una definición de aterrizar que me llamó la atención "Dicho de una persona: Aparecer, presentarse inopinadamente en alguna parte."
Así llegué, sin avisar mucho. Dos amigos me esperaban en el aeropuerto y protagonicé esa escena que tantos uruguayos vivieron, para uno y otro lado, a la llegada o a la partida: abrazos, llanto, emoción intensa que termina o empieza, siempre en Carrasco.
Es mucho lo que viví en estos tres días, desde que llegué. Demasiado, porque no he parado ni un minuto de ver cosas y gente.
Sólo el día de hoy recorrí 18 desde la Ciudad Vieja hasta la Universidad una vez, y otra vez, de nuevo, desde la Ciudad Vieja, hasta la Plaza Cagancha.
Comprobé que caminar por 18 más de cinco minutos hace que inevitablemente te encuentres con alguien conocido, y si son diez minutos, seguramente será alguien más conocido.
La caminata era para acompañar a un amigo que buscaba un libro en particular, bastante particular y poco conseguible. En la calle Tristán Narvaja, después de cinco o seis librerías, conocimos al Sr. Erasmo, de la librería Minerva, un encanto de ser humano que se tomó la molestia de llamar a dos colegas para ayudarnos en la búsqueda y, como tampoco ellos lo tenían, nos recomendó tres librerías que podían tenerlo. Dos estaban cerradas y la tercera, la Feria del Libro en 18 de Julio, lo tenía. (Es vastísimo el acervo sobre historia nacional que tienen en su depósito)
Montevideo no es la de mi recuerdo, nada de lugares perfectos con habitantes perfectos. Montevideo se parece mucho a sí misma, a la que fue siempre, con más gente hablando de política. Creo que todos hablan de política, hasta los que nunca hablaban.
Yo no opino, tampoco otorgo. Creo que pienso y ta, todavía no tengo nada para decir...
Vengo con otras cosas en la cabeza, buscando mutualista y tratando de volver a ser ciudadana. Cuando uno viene de un país donde la salud es un lujo y se encuentra con alguien que tuvo un infarto sin gastar un peso...
Sí, las cosas no están bien, suceden absurdos constantemente. Me cuentan cosas que me hacen reír, otras que dan ganas de llorar.
Pero, cuando termina el día, cuando me acuesto, cuando abrazo a mis amigos, soy feliz. A pesar de todo, soy feliz y me juro tratar de conservar un alto porcentaje de esa felicidad, para no olvidarme que cuando estaba lejos lo que más quería era estar acá.