21 agosto, 2009

memoria nada fotográfica

El paso de los años era tan evidente mirando esa fotografía que por un momento se sintió ilusa, temió haber estado negando la realidad.
Rato después, cuando por casualidad pasó frente al espejo, pensó que la memoria que de sí misma tenía era una memoria reciente. Al mirarse al espejo no podía compararse consigo misma años antes, apenas unos días. Mirarse al espejo con la mirada de la memoria es algo imposible.
En la fotografía había dos amigas. Comparando, si se pudiera evitar comparar, hoy la piel está arrugada, hay manchas allí donde no había más que brillo.
Una lo sabe, lo está viendo, la otra ni idea tiene.
El cambio era evidente ante la fotografía. Sólo ante la fotografía. Podría destruirla, romper la evidencia. Algo adentro la instó a romper todas las imágenes que la contenían, pero no las imágenes viejas donde se veía niña o adolescente. Deshacerse de las relativamente recientes, esas que tienen cinco o siete años, donde hay diferencias sutiles a ojos de otros que para ella son notorias en demasía. Permaneció inmóvil. Pensando en el futuro. Volvieron a su mente las palabras de un hombre que pasados los setenta, sentado junto a su mujer, compañeros de toda la vida, dijo “cuando la miro la veo como cuando tenía quince”. Su mujer se sonrío con timidez, él no, él río sin ninguna timidez.
No se trata de envejecer, como si eso pudiera evitarse, no, es la tenue forma de notarlo. Nada es demasiado evidente hasta que aparece algo. Alguien no se animaría a hacerlo con tanto descaro como la fotografía. Porque los “alguienes” envejecen. Son las fotografías las que tienen el descaro de permanecer, persistirnos y sobrevivirnos, como ya ni nosotros recordamos.

Comments:
me encantó.

beso
 
que lindo Dina!
Beso
DR
 
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Nihil humani a me alienum puto (Terencio)