31 agosto, 2009
Te rompo el alma
“Callate o te rompo el alma” le dijo el padre al nene. Él lo miró, entre el miedo y el llanto que estaba a punto de desbordarle los ojos. Miedo que era mezcla de temor y respeto, sentimientos que tienen una frontera borrosa en determinadas circunstancias.
El nene al final no lloró, el desconcierto le ganó a todo. Desconcierto porque de tanto hablar de dios y del alma, siempre había pensado que el alma era algo intangible (no pensó esa palabra, el niño no conocía esa palabra, pero yo que soy más grande sé que pensó algo parecido a esa palabra). Además, pensó, cómo se puede romper un alma.
Papá, dijo con miedo, ¿dónde está el alma?
Nihil humani a me alienum puto (Terencio)
El nene al final no lloró, el desconcierto le ganó a todo. Desconcierto porque de tanto hablar de dios y del alma, siempre había pensado que el alma era algo intangible (no pensó esa palabra, el niño no conocía esa palabra, pero yo que soy más grande sé que pensó algo parecido a esa palabra). Además, pensó, cómo se puede romper un alma.
Papá, dijo con miedo, ¿dónde está el alma?